
Corre como nunca lo has hecho, hasta el final del mundo, hasta que no puedas más y los pulmones te estén quemando y cuando estés ahí, en ese lugar quédate quieto. Mira a tu alrededor, cierra los ojos y respita hondo. Cuando te des cuenta verás que eres libre, y te sentirás completamente felíz por haber escapado del mundo, aunque solo sea por un instante.
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