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Es de héroes sonreír cuando el corazón llora !

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De a poco me empecé a interesar un poco más por mi aspecto físico. Mis compañeras, aunque no eran lindas, tenían cuerpos espectaculares para nenas de trece años. Me sentía bastante mal: primero Verónica y Enrique y ahora mis viejos que me llevaban al nutricionista sin razón aparente. En realidad existían razones pero nadie me las había explicado. Creo que yo no entendía que estaba excedida de peso. ¿Nunca les pasó estar con alguien muy hermoso? Ver a esa persona, escucharla hablar, seguir cada uno de sus fascinantes gestos, admirar su belleza… y más tarde mirarse en el espejo y darse cuenta de que uno es horrible y que estuvo creyéndose bello simplemente porque estaba mirando a alguien lindo que resultó no ser uno. Bueno, si nunca les pasó significa que estoy muy mal de la cabeza. Pero a mí me pasa eso. Y como a mi alrededor todos eran flacos yo simplemente daba por supuesto que yo también lo era y me olvidaba de verme al espejo, o no quería verme al espejo, o veía otra cosa en el espejo (como me pasó mucho tiempo después pero desde un ángulo completamente diferente). De cualquiera manera, mis papás me estaban llevando compulsivamente al nutricionista. Yo no entendía muy bien qué pasaba, por qué el médico me pesaba y me preguntaba qué me gustaba comer. Entraba llorando y salía aún peor.

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